UN SEMBRADOR QUE SALIÓ A SEMBRAR…

Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.

San Mateo 13: 1-9

En esta hermosa parábola le El Señor Jesús nos enseña los 4 tipos de personas que escuchan la palabra de Dios, y como ellos reciben este mensaje glorioso. En esta parábola se compara le corazón del ser humano como el terreno donde es sembrada esta semilla.

En este realato hay un sembrador que salió a sembrar con mucho amor y esperanza, esparció esta semilla en muchos terrenos, en distintos tipos de tierra , los tres primeros terrenos no dieron frutos, sin embargo, le último si dió frutos.

Podemos ver en este relato, que algunas tierras no dieron frutos, ya que eran terrenos muy difíciles, asperos, no aptos, esto impidió que pudieran dar el fruto que este sembrador esperaba que dieran.

El Señor Jesús explica le significado de esta parábola:

Lo primero que nos dice Jesús, es que la semilla es la palabra de Dios.

Dice que esta semilla cayó junto al camino, amados hermanos muchas veces vemos personas que escuchan en mensaje de la palabra de Dios, de distintas formas, ya sea que han asistido esporadicamente a una iglesia, a través de la predicación en la calle, a través de las redes sosciales, de persona a persona, etc. sin embrago hacen oídos sordos a esta enseñanza, han cerrado la puerta de su corazon, no le dan importancia a este mensaje glorioso y deciden seguir viviendo alejados de los caminos de Dios, envueltos en sus delitos y pecados, con un a vida llena de tristezas, sin esperanza, algunos incluso pensando que su vida no tiene sentido, esta semilla cayó junto al camino y el diablo se las ha arrebatado, esto provoca que sigan viviendo lejos de Dios y de todas las promesas que existen para los que reciben el mensaje del evangelio.

En la segunda tierra donde  cayó esta semilla es en un terreno pedregoso no tiene la suficiente tierra para afirmar la raíz, se marchita con prontitud, no crece, cuantas veces hay personas que asisten a una Iglesia, escuchan constantemente la palabra del Señor, se deleitan en ella mientras la escuchan, muchas veces se gozan en medio de la congregación, sin embargo, al salir de allí, es enfrían rápidamente, no hay cambio en sus vidas, continúan caminando como las personas del mundo, su Fe decae o desaparece rápidamente antes las distintas pruebas de la vida y sufren las consecuencias.

En la tercera tierra donde cayó esta semilla, allí había espinos y estos mismos con su sombra ahogaron su crecimiento, estas personas son las que escuchan el mensaje de la palabra del Señor, lla reciben con gozo probablemente, pero no profundizan en ella producto de los afanes de la vida, los placeres, el exceso de preocupaciones, el exceso de trabajo, el compartír con los amigos, etc. No se dan tiempo para el Señor, para orar, para escudriñar su palabra, para los trabajos en la obra del Señor, solo se dedican a su vida y dejan de lado el Reino de Dios.

Pero dice Jesús que la semilla cayó también en buena tierra y allí si produjo fruto… y mucho fruto, estas personas reciben la palabra con gozo y la atesoran en sus vidas, hacen de ella algo primordial, no se apartan de esta enseñanza gloriosa, para ellos es lo más importante, se transforman en verdaderos cristianos, seguidores del sembrador, obtienen seguridad en sus vidas, viven con esperanza cada día, hacen suyas las promesas del Reino de Dios, son personas Salvadas para la eternidad.

Amados hermanos que hoy seamos capaces de hacer una profunda y sincera reflexión sobre nuestra condición de vida, cual tierra estamos siendo hoy, será nuestra tierra la que está produciendo frutos o será esa tierra dura que no deja que crezcamos espiritualmente, esa tierra dura que se opone a la palabra de Dios, ¿ estaremos viviendo como falsos cristianos creyendo muchas veces que solo con asistir a la iglesia los domingos y cantar alabanzas seremos salvos ?, como esta su vida hoy mi hermano, ¿ esta su vida dando frutos? , ¿seremos esos cristianos que Dios quiere que seamos?, ¿estaremos cumpliendo con los mandamientos divinos?, ¿seremos parte del cuerpo de cristo?, o solo estaremos viviendo un evangelio liviano, ese evangelio que nos acomoda a nosotros y que no se apega a los que Dios nos pide. Que hoy podamos tomar decisiones importantes para nuestras vidas y podamos vivir de acuerdo a lo que dice la palabra del Señor, como le dijo a Josué, Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien, Josué 1:8, es de suma importancia escudriñar las escrituras, abrir nuestro corazón a Dios, mantengámonos en oración, estemos vigilantes, tengamos nuestras vasijas con aceite, seamos partícipes de la iglesia de Cristo, pidamos al Señor hoy que nos llene con el poder de su Espíritu Santo y así podamos afirmar nuestros pasos en este Santo Evangelio de Salvación, para que ninguna profecía falsa nos haga caer, para que el pecado no corrompa nuestras vidas, recuerde lo que dijo el Señor Jesús,” El ladrón solo viene para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que latengan en abundancia. Juan 10:10.

Que Dios le bendiga grandemente es mi sincero deseo, que pueda crecer como cristiano y su vida sea prosperada.

Claudio Jiménez Valdés, Siervo del Señor en la IEPMA de Chillán.

HACIA DONDE ESTOY MIRANDO

Una de las razones por las que los creyentes luchan con la seguridad de la salvación, es porque están mirando hacia el lugar equivocado. Un error común es que quitamos nuestros ojos del Salvador y comenzamos a mirar nuestra propia fe o miramos nuestra propia vida. Cuando fijamos la mirada en nosotros mismos, nos desanimamos muy pronto.

El creyente mirando hacia adentro:

Cuando miro mi propia fe, me desanimo. Mi fe parece vacilante. Mientras más miro a mi fe, tanto más empiezo a dudar y a preguntarme: “¿Creo realmente como debo? ¿Es mi fe suficientemente fuerte? ¿Soy realmente un creyente verdadero?” Esto es lo que usualmente sucede cuando quitamos nuestros ojos del Señor y los ponemos en nuestra débil y frágil fe.

Otro problema parecido es cuando miro mi propia vida cristiana. Contemplo la manera en que he estado viviendo—mis faltas y fallas y fracasos. Y comienzo a pensar, “¿Cómo puedo ser salvo si vivo así? Estoy tan lejos de ser lo que yo sé que Dios quiere que yo sea. ¿Soy realmente Su hijo?”

Pero Dios nunca ha dicho que miremos nuestra fe para tener la seguridad de la salvación. ÉL nunca ha dicho que miremos nuestra propia vida y nuestras propias buenas obras o la falta de ellas. No, Dios nos dice, “Puestos los ojos en Jesús, el Autor y Consumador de nuestra fe” (Hebreos 12:1-2).

El creyente mirando hacia afuera:

¡Qué diferente es cuando pongo mis ojos en el Salvador! Mientras más miro, tanto más descubro lo maravilloso que es mi Salvador y lo perfecta que es la salvación que ÉL ha obtenido para mí. “La fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios” (Rom.10:17), porque es en la Palabra donde yo veo a mi Salvador y aprendo de Su suficiencia. Mi fe no es maravillosa, sino mi Salvador es maravilloso y es en ÉL en Quien estoy confiando. No estoy confiando en mi fe, no estoy confiando en mis buenas obras, sino que estoy confiando en mi Cristo. No soy una persona con una gran fe; soy una persona con poca fe en un gran Dios. Mientras más pongamos nuestros ojos en el Señor , en quién es ÉL, en lo que ÉL ha hecho, en lo que ÉL ha dicho, tanto más tendremos esa bendita seguridad.

La fe no es una cosa complicada. La fe es simplemente mirar a Cristo (Isaías 45:22; Juan 3:14-16). Fe es ver a Cristo tal como Dios lo retrata en Su Palabra. La pregunta no es, “¿Cuán grande es mi fe?” La pregunta no es, “¿Cuán bueno es mi andar?” Sino, la pregunta es más bien, “¿Cuán bueno es mi Salvador?” La pregunta no es, “¿Estoy confiando?” sino “¿EN QUIÉN estoy confiando y en cuál dirección estoy mirando?” En vez de escudriñar desesperadamente nuestros engañosos corazones tratando de encontrar fe, necesitamos escudriñar con gozo la Palabra de Dios tratando de encontrar a Cristo.

Spurgeon dijo una vez, “Miré a Cristo. La paloma de paz voló a mi corazón. Miré a la paloma de paz. Se alejó volando.” Lo mismo puede decirse de la fe. Fe es fijar los ojos en el maravilloso Salvador de pecadores. Cuando quito mis ojos de Jesús y comienzo a contemplar mi fe o mi propia calidad de vida, entonces es cuando tengo problemas. Necesito apartar mi vista de mí mismo y mirar al Señor.

La vida cristiana debe continuar igual como comenzó: “De la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo (mirando a ÉL con sencilla fe de niño), ANDAD EN ÉL” (Colosenses 2:6). Pongamos nuestra mirada en el amante Salvador y avancemos con toda nuestra confianza puesta en ÉL.

Hermana Abigail Flores, IEPMA en Chillán

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